Reloj
domingo, 25 de mayo de 2014
Verdades que hieren, verdades que escuecen
Voy a decir algo que duele. Que escuece. Que araña. A veces, todo lo que nos pasa es porque nos dejamos. Todo lo que nos sacude es porque permitimos que nos sacuda. No siempre, pero somos lo que permitimos que los demás hagan con nosotros. Nos pisan si queremos. Nos tratan mal si nos dejamos… No nos respetan si no exigimos respeto. Da asco, cierto, aunque a menudo, con algunas personas es así.
Nos pasamos la vida dándoles a los demás permiso para que entren en nuestras vidas, hurguen en nuestras miserias y nos golpeen donde más duele. Nos creemos sus palabras. Escuchamos lo que dicen de nosotros y nos lo tragamos como una doctrina, como si lo que ellos ven en nosotros fuera todo lo que podemos ofrecer al mundo. Les abrimos las puerta y cuando entran en nuestras conciencias con malas maneras fingimos que no lo vemos, que no importa, que no pasa nada si no nos tratan como merecemos. Nos creemos que son todopoderosos y que pueden hacer lo que quieran con nosotros. La primera vez casi ni se nota, es imperceptible. Es una palabra fuera de tono, un gesto poco apropiado y desagradable. Admitirlo nos duele y lo dejamos pasar. Hasta que llega otra vez y otra y mil más. Y no te das cuenta y un día te levantas y no existes porque tú has cedido… Porque has dejado que otros lleven el timón de tus emociones y escriban el guión de tu vida.
A menudo esas personas nos importan y mucho. Si no nos importaran, su opinión no nos influiría ni podría dolernos. Sea amor o amistad… Les dejamos, les damos permiso para saquear nuestra dignidad. En nuestra fantasía, aspiramos a que un día se den cuenta de lo que valemos y de lo equivocados que están al no considerarnos. Que despierten y nos traten como merecemos, que vean lo que hemos hecho por ellos y sepan que podrían necesitarnos. Que nos tengan por iguales y no desprecien nuestros sentimientos e ideas… Eso sería lo justo, pero a menudo no es posible. No pueden añorar a alguien a quién no le han concedido el valor real que tiene. Si no se han dado cuenta ya es porque no saben, no son de esas personas que valoran a los demás por lo que son sino porque lo que pueden hacer por ellos. Alguien que te utiliza no está preparado para considerarte. Antes tendría que dejar atrás su corazón de niño egoísta y aprender a dar y compartir… Dejar de ver el mundo desde su ombligo y de existir sólo para él mismo. Si no te trata como mereces es porque no te merece… Y lo más curioso e irónico de la situación es que tal vez te necesita y mucho. No para cargar sus malos ratos ni aguantar sus gritos. No para escucharle las penas y buscarle soluciones. No para soportar sus desprecios. Necesita llegar a ti de verdad, no para pedirte que hagas nada por él sino para aprender de ti cómo se ama… Si no sabe querer no te querrá como tú necesitas. Si no se molesta en conocerte, nunca podrá echarte de menos. Saldrás de su vida buscando oxígeno y nunca sabrá lo que pierde. No volverá a ti para decirte que ha sido idiota. No se dará cuenta de que cada vez que te empequeñecía él mismo se convertía en diminuto… No sabrá qué ha pasado y te acusará tal vez de ingrato… Habrá tenido ante sí algo precioso y lo habrá tratado como algo utilitario, como una masa maleable de usar y tirar. No entenderá. No sabrá. No notará la diferencia…
Tú seguirás tu camino mientras intentas recordar que no eres lo que él vio en ti sino lo que no fue capaz de ver. Que no estorbas ni sobras. Que no sólo estás para escuchar y recibir malas caras. Que eres un ser humano entero y mereces ser tratado como tal. Te sacudirás la bruma de encima y decidirás que nunca más permitirás que nadie te trate así de nuevo.
Y puede que de vez en cuando sueñes que viene a ti. Que abres la puerta y su cara llorosa te pide perdón. Que por fin se ha dado cuenta. Que en algún momento llegaste a tocar su alma y algo tuyo se quedó prendido en él al menos el suficiente rato como para aprender a querer un poco…Que se obró el milagro y vulneraste sus defensas… Que hay esperanza y que tu amor le ayudó a ser mejor… Tal vez no pase nunca. Tal vez tú sólo seas un peldaño más de su particular escalera hacia un futuro planificado…
Ellos tienen que descubrir cómo se quiere cuando no se es el centro del universo. Duele, pero a veces pasa…
jueves, 15 de mayo de 2014
Sufrí lo que tenía que sufrir. Lloré lo que tenía que llorar.
Sufrí lo que tenía que sufrir. Lloré lo que tenía que llorar.
No me arrepiento. Esos espacios de aparente infelicidad son los futuros motores que te llevarán a entender, que eres mejor que las trampas de ése destino impredecible. Cuando fuiste empujado por la cruel indiferencia, aprendiste que es bueno medir tu entrega y dar lo que tienes a pocos.
Cuando alguien sacudió tu corazón con la intención de herirlo, te diste cuenta que duele, pero que después de ese apretón viene la calma, te relajas y sientes que ya todo pasó, sufriste sí; pero ahora eres consciente que fue un proceso más para comprender que los tesoros más grandes que guardas no se entregan a cualquiera.
Cuando alguien enjuició tu forma de amar, entendiste que no siempre todos conceptualizamos al amor en un mismo marco, hay personas que aman más, otras menos, pero cuando no hay equilibrio de dos, no hay nada. Si amaste más que el otro, ahora sabes que el amor como tal, es un círculo de etapas y todo es de dos, si uno corre y el otro sigue mirando a los costados con un caminar lento jamás llegarán juntos a la meta.
Pero ahora lo entiendes. Todo viene y va por algo, es un motivo para algo que se asoma. Vive los momentos que tienes, cuídalos como los tesoros más preciados, pero si se tienen que ir suelta tu mano y bríndale una firme despedida, con la convicción de que tal vez no volverán pero que cuando estuvieron junto a ti, aprendiste de ellos y ellos aprendieron de ti.
martes, 13 de mayo de 2014
Antes de que todo termine
Ama antes de ser amado. Ríe antes de que haga gracia. Baila antes de que la música suene. Siente lo bueno antes de que suceda.
Y cuando debas esperar, espera, pero espera con entusiasmo, sin apatía, mirándolo todo con ojos de niño curioso, con la sonrisa puesta y notando cada fibra de vida que roza tu cuerpo. Sin perder detalle, sin dejar de lamer la brisa… Sin perder la mirada de león hambriento, pero sin la angustia… Que tu silencio sea fácil de quebrar. Que te pille la risa facilona. Que la alegría encuentre un camino recto a tu pecho y tu cuerpo baile al primer compás de la música. Goza ya, porque sabes que lo bueno se acerca. Que esta espera deseosa ya es parte de la recompensa. No aparques la emoción para más tarde. No postergues tu dicha. Que hay prisa por reír y sentir…
Todo gira a gran velocidad, la vida en si va a una gran velocidad y cuando te des cuenta ya será tarde para volver atrás.
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