Reloj

sábado, 25 de enero de 2014

En tu bolsillo...



Necesito tu compañía en este tramo del camino.
Necesito contagiarte mis risas y abrazarte cuando tirite de frío. Cuando no pueda levantarme apenas porque me duela el alma o me falle el cuerpo, te pediré que me tiendas la mano para sujetarme y que me recuerdes el rumbo. Cuando me sobren energías y esté harto de lágrimas, secaré las tuyas y te recordaré que todo lo puedes, si todo lo luchas y todo lo buscas. Repetiré tu nombre en voz alta y en seguida recordarás el hambre constante que tienes de superarte. Te dibujaré en la mente de nuevo el día que soñaste que podías, para que lo atesores y no desfallezcas… Y te diré que lo conseguirás, sabiendo que si no sucede, te recogeré del suelo, te curaré las heridas y te diré que no pasa nada… Que mañana lo intentaremos de nuevo, de otra forma… Que no se me acabarán las ideas, que me sobrarán las ganas que a ti te faltan si te hundes. Que donde no lleguen las fuerzas, llegaran las locuras… Que no desistiré ni saldré corriendo a pesar de tener miedo, digan lo que digan… Estaré siempre, siempre… No me asusta esa palabra ni lo que conlleva.


Y que voy a estar ahí el último día suplicando que no sea el último.

Y pido mucho a cambio. Lo sé.


Quiero tus ojos cuando no pueda mirar lo que me espera y tus oídos para que me escuches si necesito calmar mi sed de vida con palabras, si mi pecho necesita vaciarse contándote mil historias. Quiero tus manos para enderezarme, si me aparto de mis sueños y me dejo llevar por estupideces.

Quiero que me arrastres al agua si estoy seco y me apartes del fuego cuando vaya a quemarme. Y que me digas lo que piensas, aunque duela… Sobre todo si un día no merezco el respecto de tu mirada.

Y cuando pase el tiempo y me haga anciano, si me encojo y me hago pequeño, me tomas en tus manos y me llevas en tu bolsillo. Que te note cerca y seas mi consuelo.


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