Antes, cuando una persona desaparecía de nuestra vida, desaparecía de
verdad. Si se iba lejos, muy lejos se iba seguramente para siempre o durante mucho tiempo. Aquella que estaba al otro lado del país, ¿qué fue de ella?
Hace años que no la veo.
Ahora, el móvil es esa pequeña puerta
que nos comunica a todos, la ventana que se abre al espacio imposible
entre el desconocimiento y el reencuentro. Todos tenemos esa lista con
todas esas personas que han pasado por nuestra vida, y que alguna vez
han significado algo para nosotros. De vez en cuando la revisamos y
pensamos: "debería borrar algunos números", pero normalmente nunca lo
hacemos.
Al final, quedan ahí como una colección de cuadros, como
nombres de capítulos que componen nuestra historia. Son cicatrices en
el paso de nuestros años. A menudo reconocemos a alguien y decimos:
"¡Dios mío! ¿Qué habrá sido de él?". Otras veces no somos capaces de
recordar quién era aquella persona que se esconde tras la palabra.
Nos
impresiona especialmente encontrar un mote que debió ser cariñoso en su
día, para identificar a alguien, y hoy, tal ha sido el deterioro del
aprecio que no logramos saber de quién se trata. Desde luego, todos
fueron lo suficientemente importantes o necesarios como para dedicar un
segundo a apuntar su teléfono.
Aunque ahora nada sepamos de
ellos, porque perdimos el contacto, el interés, las ganas, el amor, la
amistad o simplemente porque la distancia nos llevó al olvido. A veces,
los nombres terribles de los muertos permanecen en la tarjeta porque no
nos atrevemos a borrarlos, como si nos llamasen desde la otra vida.
Y
en contadas ocasiones la soledad nos aturulla de tal modo que nos
decidimos a dar un toque: "me acuerdo de ti". Durante unos segundos el
olvido se rasga como rasgan las costureras la tela sobrante. Nos devuelven el toque: "¡cuánto
tiempo!", parece decir.
Y el breve reencuentro, el efímero abrazo en
la distancia pronto desaparece como la niebla del amanecer tan insignificante como un saludo cordial entre dos
conocidos que se cruzan, sin pararse, en una acera.
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