Reloj

domingo, 28 de julio de 2013

Esa risa tonta


A veces , y no sabes muy  bien por qué, hay cosas que te gustan de una manera especial, y seguramente que si ocurrieran en otro momento, no te harían tanta gracia, pero tienen que ocurrir, en ese lugar y ese segundo para que comiences a reír de esa manera tan tonta, que no puedes parar. 

Y es entonces cuando te duelen las mandíbulas, las lágrimas salen sin ningún decoro de tus ojos, no te pides permiso a ti mismo para comportarte, simplemente ríes y ríes y aunque sabes que te están mirando y que pueden pensar que acabas de escaparte de Santa Faz, te da igual, o no te da, porque en tu interior estas intentando guardar la compostura, pero no puedes.

Y te ríes, y te sigues riendo, y te sientes tan bien, que te da igual el ridículo y el que los demás te miren con cara absurda, porque resulta, que eso te hace gracia también. Van encadenándose situaciones grotescas y no puedes parar, y cuando por fin te has calmado, piensas ¡que bien me lo he pasado!. No sé porqué pero me siento mucho mejor.

Entonces, te atusas un poco, te colocas bien la ropa, te limpias las lágrimas, y sigues tomando el café con tu acompañante que te contó esa cosa tan graciosa de la que ya no te acuerdas.

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